Desde sus orígenes en la Edad Media, la universidad ha estado asociada a la búsqueda de la verdad y a la promoción de los valores humanos. Su naturaleza posee un matiz espiritual, que la conduce a sí misma -y a quienes se adhieren a ella- a elevarse a los predios de lo sublime, a procurar alcanzar el orden de lo estético, de la perfección, de la libertad, mediante el ejercicio de una racionalidad comprometida con la vida. Ciertamente, la universidad sirve de puente entre el anhelo de conocer y la creación del conocimiento; entre la necesidad del cambio y la conciencia que ha de impulsar la transformación de la sociedad. Así, pues, la universidad existe porque ella nos ayuda a ejercer la razón, a mediar nuestras relaciones con la sensibilidad; por eso, la universidad es fundamentalmente generadora de humanidad.
La dimensión espiritual de la universidad está presente en la labor que a diario se desarrolla en sus espacios. Sin embargo, hay dos áreas de particular significación: la biblioteca y el paraninfo. En su historia, la Universidad del Zulia ha enfrentado muchas dificultades para conservar y mantener en funcionamiento tan importantes centros neurálgicos de la cultura. A lo largo de estos 132 años de camino recorrido, ha sido recurrente la estrechez presupuestaria, la cual ha limitado la inversión en las actividades prioritarias de la universidad. En 1891 la Universidad del Zulia nació frágil, con escasos recursos económicos y con un edificio ruinoso como sede. Los estudiantes, con el respaldo de algunos profesores, se vieron en la necesidad de convocar al pueblo zuliano para que se solidarizara con su universidad y obtener de esta manera el financiamiento que permitiera reparar aquel edificio de origen colonial, perteneciente al antiguo convento de San Francisco, que desde mediados del siglo XIX servía de sede del Colegio Nacional o Colegio Federal de Maracaibo.
La universidad, a partir de este antecedente, dispuso de una biblioteca y probablemente de un paraninfo; en este último debieron llevarse a cabo algunos actos conmemorativos de nuestra historia, así como encuentros para la exposición de ideas mediante piezas oratorias de los profesores y estudiantes de la institución, quienes se situaban en uno de los dos paradigmas filosóficos preponderantes para la época: el cientificismo materialista y el tradicionalismo católico.
En 1904, las ideas, el pensamiento crítico y la rebeldía de los universitarios hacia el gobierno de Cipriano Castro, hicieron que el dictador ordenase la clausura de la Universidad del Zulia. Quedaría en pie el Colegio Federal, posteriormente denominado Liceo Baralt; mientras que la emblemática sede educativa de Maracaibo, el recinto colonial que albergó a las más connotadas instituciones de enseñanza de la región zuliana -de manera injustificada y criminal-, sería demolido en 1956, ocasionándose un descomunal daño patrimonial que hoy en día seguimos lamentando y condenando. Ojalá que a futuro, cuando las circunstancias sean propicias, veamos la construcción de una réplica de aquel edificio, tal vez en el terreno paralelo a la Iglesia Santa Bárbara (entre la Avenida 8, Páez y la Calle 95), que sirva de sede a las Academias del Estado Zulia y la Cátedra Libre Historia de la Universidad del Zulia.
La constancia de muchos zulianos, donde sobresale el nombre del Dr. Jesús Enrique Lossada, hizo posible la reinstalación de la Universidad del Zulia, el 01 de octubre de 1946, en este mismo lugar donde nos encontramos, que en aquel tiempo se conocía como la Casa del Obrero, en La Ciega, que a su vez se encuentra en un área de expansión artificial del límite de la costa de Maracaibo, concebida para mejorar el funcionamiento del puerto. De esta manera se cegó, se cerró una amplia zona del lago, por medio de una intervención que inició en 1837 y continuó en 1892, siendo en el gobierno regional de Vicenso Pérez Soto, en 1927, cuando se avanzó de manera significativa con las labores de relleno.
La universidad no pudo ser reinstalada en su sede original del Convento de San Francisco, debido al estado ruinoso del mismo, y tampoco se disponía de recursos ni de tiempo para construir un nuevo edificio. A poco menos de un año, en agosto de 1945, se había inaugurado la Casa del Obrero; los trabajadores al conocer de las carencias con las que nuevamente resurgía la universidad, decidieron ceder estos espacios y trasladar parte de sus oficinas al Convento. La generosa iniciativa brotaba del afecto de los trabajadores por la universidad; también guardaba relación con la presencia del partido Acción Democrática en el movimiento sindical de Venezuela, donde sobresale el liderazgo de Valmore Rodríguez: gran amigo, correligionario y cercano colaborador del Dr. Jesús Enrique Lossada. De inmediato, el auditorio que estaba previsto para la celebración de las asambleas de los trabajadores, fue convertido en Paraninfo de la universidad. Desde entonces, en este invaluable escenario se han desarrollado grandes acontecimientos vinculados a la historia del Zulia y de su universidad. La ceremonia de reinstalación del 01 de octubre de 1946 fue uno de ellos; en aquel día de la Cultura Zuliana, se oyeron los discursos del Dr. Antonio Anzola Carrillo, en representación del Ministerio de Educación, del Rector Jesús Enrique Lossada y del Bachiller José Antonio Borjas Sánchez, así como la poesía de Guillermo Trujillo Durán. Un año después se conmemoró el primer aniversario de la reapertura; previamente, el 31 de julio de 1947, se celebró el acto académico para conferir el Grado de Doctor en Ciencia Política a los 21 integrantes de la promoción Dr. Francisco Ochoa, siendo estos los primeros egresados de la segunda época de la Universidad del Zulia.
En forma inesperada sobrevino la muerte del Dr. Lossada, el 28 de junio de 1948. La colectividad zuliana concurrió en masa a este paraninfo para despedir al dilecto líder e intelectual, que encabezó el movimiento de reivindicación cultural para el retorno de nuestra universidad. También estuvo presente el Dr. Luís Beltrán Prieto Figueroa, Ministro de Educación, quien interpretó en sus palabras el dolor de todo un pueblo por tan irreparable pérdida.
No obstante, la universidad siguió adelante: Surge et Ambula, tal y como lo había indicado el poeta Guillermo Trujillo Durán en la ceremonia de reapertura. El 25 de octubre de 1952 se efectuó el solemne acto de graduación de la primera promoción de Médicos Dr. Francisco Eugenio Bustamante, en la segunda época, conformada por 32 egresados. El acto fue presidido por el Rector Dr. José Hernández D´Empaire, y el discurso de orden provino del Decano de la Facultad de Medicina, Dr. Humberto Delgado Rivas, mientras que el Bachiller Vinicio Arrieta Alvarado intervino en representación de los graduandos.
Para entonces se acostumbraba que los estudiantes asistieran al paraninfo a fin de recibir la clase magistral inaugural del curso académico ordinario, con oradores como los doctores: José Hernández D´ Empaire, Bernardo Rodríguez D´ Empaire, Jesús Morillo González y Ernesto González Araujo. A su vez, el paraninfo fue el lugar de grandes eventos académicos, sobre todo en el período rectoral del Dr. Antonio Borjas Romero, entre ellos: el acto celebrado el 21 de febrero de 1958, cuyo orador fue el Dr. Ángel Emiro Govea; el conferimiento del Doctorado Honoris Causa a Don Rómulo Gallegos, el 25 de abril de 1958, con un magistral discurso a cargo del Dr. Hercolino Adrianza Álvarez; y la incorporación del Dr. Rafael Caldera como Profesor Honorario de la Universidad del Zulia, el 20 de octubre de 1958. Eran los días en los que la maestra Inés Laredo había fundado el movimiento de teatro universitario denominado Grupo Sábado, así como la Escuela de Artes Escénicas, siendo el paraninfo el sitio de sus grandes presentaciones y el punto de partida de un trabajo que repercutió significativamente en la historia del teatro en Maracaibo.
Hasta la década de los años 70 del siglo pasado, el paraninfo de la Universidad del Zulia se mantuvo como el principal espacio cultural de la institución; el crecimiento de la infraestructura de la universidad, las limitaciones presupuestarias para su debido mantenimiento y una estrecha conciencia acerca de la importancia del patrimonio histórico, hicieron que el paraninfo sufriera los embates de la indiferencia y perdiera su protagonismo.
En el año 2000, mediante la creación de la Facultad Experimental de Arte de la Universidad del Zulia y la designación de su primer decano, el profesor Américo Gollo, fijamos nuevamente la mirada en el complejo arquitectónico La Ciega, que desde entonces se consideró el lugar más idóneo para el funcionamiento de la facultad. Entre los años 2007 y 2009 se implementó el plan LUZ en La Ciega, por medio del cual se planteó la recuperación de la infraestructura, con la intención de mejorar las condiciones operativas de la naciente facultad. En este propósito llevamos varias décadas, con el concurso de la FEDA, alma y guardián de estos espacios.
Recientemente las autoridades universitarias, mediante la iniciativa de la Dra. Marlene Primera -Secretaria de la Universidad del Zulia- han iniciado una nueva etapa en el largo proceso de recuperación del paraninfo y del complejo cultural La Ciega. La experiencia nos dice que, para el logro de este propósito, debemos integrarnos como comunidad universitaria y ser constantes en el empeño de reencontrarnos con nuestra historia, siendo consecuentes con la preservación del patrimonio, en particular con el rescate del Convento de San Francisco y de La Ciega. Los tiempos que corren no son los más favorables para avanzar en esta dirección, pero en realidad nunca hemos tenido tregua: desde hace 132 años nos acompañan las limitaciones financieras, el desinterés de los gobiernos de turno y -también debemos reconocerlo- los errores y las omisiones en que hemos incurrido en nuestro desempeño como universitarios, lo que en su conjunto ha impactado negativamente en la consecución de grandes objetivos, entre ellos, la debida valoración del patrimonio histórico que poseemos.
Nos abruman las necesidades de la universidad y de toda Venezuela; la pesadumbre -nos dice el escritor Gustave Flaubert- “se abisma en nuestras almas con aullidos suaves, como el viento de invierno en los castillos abandonados”. Que el esfuerzo de todos, constante y disciplinado, nos lleve a abrirnos paso en medio de la tormenta, para alcanzar la meta de darle continuidad al proyecto universitario que nuestros fundadores iniciaron en el siglo XIX.
Fuentes consultadas
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Arrieta, Orlando (1991). Para la historia de Maracaibo. Maracaibo: Ediciones del Vice-Rectorado Administrativo de la Universidad del Zulia.
Arrieta, Orlando (2005). Crónicas del Maracaibo de los años treinta y cuarenta. Maracaibo: Editorial de la Universidad del Zulia.
Cuenca, Leyla (2014). Convento San Francisco. Transformación de la memoria construida. Maracaibo: Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia. En: https://issuu.com/culturaluz/docs/convento_san_francisco
Ortega, Rutilio; Ortín de Medina, Nevi: Parra Contreras, Reyber (2006). A los 60 años de la reapertura de la Universidad del Zulia. Maracaibo: J&M Editores.
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Romero Luengo, Adolfo (1983). Maracaibo, un poco de su historia II. Maracaibo: Comercial Belloso.
Salazar Zaid, Iván (2023). La Ciega un terreno ganado al Lago. En: https://es.scribd.com/document/658316881/Articulo-La-Ciega
*Profesor de LUZ y Cronista de Maracaibo
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